Jueves, 13 Junio 2024 08:45

Las ventajas de la educación bilingüe, según los estudiantes

Escrito por The Conversation
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Los programas de educación bilingüe son un modelo educativo de reconocido éxito en contextos internacionales de referencia como Canadá Finlandia.

Llamamos “educación bilingüe” a un programa educativo en el que se cursan asignaturas en una lengua distinta a la materna. Por tanto, a la dificultad inicial del aprendizaje del contenido se añade la dificultad lingüística.

Por ejemplo, estudiamos ciencias naturales en primaria en inglés: aprendemos cuáles son los animales invertebrados en este idioma y si, en su caso, son animales que sólo viven en un contexto distinto al del sujeto (por ejemplo, no hay guanacos o tapires en España, salvo que existan en algún zoológico).

Estos enfoques educativos en los que existe una alta exposición a la segunda o tercera lengua modifican positivamente la relación de estos sujetos bilingües con el mundo que los rodea.

Implementación de programas de educación bilingüe
En España, los programas de educación bilingüe se instauraron a finales del siglo XX a través del enfoque europeo llamado Aprendizaje Integrado de Lenguas y Contenidos (AICLE - CLIL en inglés) y, desde entonces, no han dejado de crecer. Los últimos datos del Ministerio de Educación (curso 22-23) indican que el 39,7 % de los centros educativos en Educación Primaria y el 30 % en Educación Secundaria imparten educación bilingüe (AICLE). Esto sin contar otro 5,6 % de centros en Educación Primaria y un 4,7 % más en Secundaria, que imparten AICLE en “otras experiencias” y “centros extranjeros” (véase la página 38 de este documento para un desglose pormenorizado por comunidades autónomas).

La motivación que supone para los alumnos y los beneficios en varios ámbitos de este enfoque han sido analizados por varios expertos.

Pero que alcanzar ese bilingüismo tenga beneficios probados no quiere decir que el enfoque AICLE no presente algunas dificultades, como por ejemplo la necesidad de formar específicamente a los docentes y la de apoyar su implantación en las aulas con los recursos necesarios, lo que supone una inversión económica por parte de las autoridades educativas, que han de apostar decididamente por este tipo de educación.

La utilidad de la educación bilingüe percibida por sus ‘usuarios’
Existe un ámbito de la educación bilingüe menos investigado: los beneficios de la educación bilingüe percibidos por el alumnado matriculado en itinerarios bilingües. Nuestro proyecto de investigación (FoBE: Future of Bilingual Education) está recopilando y analizando datos de alumnado en España de 4º de la ESO y de 2º de Bachillerato (es decir, etapas finalistas donde el alumnado se ve abocado a un nuevo ciclo, sea éste continuador de sus estudios o laboral).

Estos alumnos provienen de itinerarios bilingües y no bilingües del territorio español y les preguntamos si creen que su formación lingüística puede servirles para mejorar en un futuro:

  1. Su movilidad internacional (es decir, si creen que las lenguas que están aprendiendo les servirán para realizar estancias de estudio internacionales o para viajar por placer o turismo).
  2. Su empleabilidad (es decir, si su dominio de lenguas les permitirá encontrar mejores empleos, mejor remunerados, o les ofrecerá más oportunidades laborales).
  3. Su competencia intercultural (es decir, si las lenguas que están aprendiendo les hacen ser más empáticos, entender mejor a otros individuos de distinto bagaje cultural, o si se consideran personas capaces de vivir en otros contextos culturales).

Los datos de los casi 3 500 alumnos analizados hasta el momento son meridianamente claros: el alumnado de programas bilingües arroja porcentajes superiores a los de programas monolingües en las tres categorías.

El alumnado bilingüe percibe claramente que su formación académica les sirve para una (más que segura) movilidad internacional en la que el ciudadano del siglo XXI se ve viviendo, trabajando o viajando al extranjero.

Los alumnos de programas bilingües encuestados consideran que su dominio de lenguas en áreas de conocimiento (lo que llamamos “contenido”) puede ser clave a la hora de encontrar un empleo de calidad o de recibir un mejor salario. También indican que su competencia intercultural es más alta porcentualmente que la de los alumnos provenientes de itinerarios no bilingües: aquéllos se ven viviendo en otros contextos culturales y se declaran empáticos a la hora de conocer y respetar a individuos de distintos entornos culturales.

Áreas de mejora
Como todas las innovaciones en enfoques educativos, la educación bilingüe necesita tiempo. Nadie se hace bilingüe en un curso académico, porque la mente necesita automatizar las lenguas, y ese proceso requiere constancia, práctica y grandes dosis de paciencia y reflexión. Por otro lado, el objetivo de los programas bilingües no es exactamente hacer bilingües a sus estudiantes, sino mejorar la competencia lingüística de los estudiantes.

Para que los programas bilingües mejoren y se afiancen, las políticas educativas han de apostar decididamente por ellos. ¿Cómo? A través de legislación y de inversión económica, que se traduce en formación específica para el profesorado, reducciones docentes para los coordinadores bilingües, oferta de programas internacionales y recursos para el aula, entre otras medidas.

Nuestro proyecto FoBE ofrece la respuesta de los propios alumnos a la pregunta: ¿para qué sirve la educación bilingüe?. Su respuesta es: para ser ciudadanos del siglo XXI en un mundo en el que el dominio de lenguas es clave.

Esther P. Lederer, una famosa columnista americana del siglo pasado, dijo: “Si usted cree que la educación es cara, pruebe la ignorancia”. Este aforismo podría actualizarse de la siguiente manera:

“Si usted cree que la educación bilingüe es cara, pruebe la monolingüe”.

Sencillamente, y según los datos que estamos recogiendo desde FoBE, en el siglo XXI no nos podemos permitir educar a ciudadanos que no adquieran las competencias probadas y que no disfruten de los beneficios contrastados que ofrece la educación bilingüe.

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation por María-Elena Gómez Parra, profesora de la Universidad de Córdoba.

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