Viernes, 12 Julio 2024 09:08

De Jesse Owens a Lamine Yamal: el problema no es el origen ni el color, sino la ideología

Escrito por The Conversation
Imagen de archivo Imagen de archivo

Hace casi 90 años que Jesse Owens se convirtió sin preverlo en uno de los más claros símbolos de la discriminación racial. Mientras que en la Alemania de Hitler de 1936 echó por tierra la teoría de la supremacía de la raza aria, en Estados Unidos –su país natal– vivió el menosprecio del presidente Franklin D. Roosevelt, que se negó a recibirlo y otorgarle honores por ser negro. De hecho, éste y otros deportistas negros que participaron en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936 no fueron homenajeados por EE. UU. hasta 2016 bajo el mandato presidencial de Barack Obama.

Nueve décadas después, los jugadores de la selección española de fútbol Lamine Yamal y Nico Willians están siendo víctimas de insultos racistas por su color de piel durante la Eurocopa de 2024

España, un país multicultural
La diversidad cultural y racial es quizá la imagen más característica de un mundo globalizado. En este sentido, España es un país que se asemeja culturalmente a la mayor parte de los países desarrollados, en los que la diversidad cultural, racial y étnica es una constante.

De acuerdo con el INE, hoy España cuenta con 5,5 millones de residentes de origen extranjero, que representan en torno al 11 % de la población. Cifra que sitúa a nuestro país en quinto lugar y en la media europea (el 11,2 %), tras Alemania (21 %), Reino Unido (16 %), Francia (14 %) e Italia (11 %). Casi la mitad son ciudadanos de origen europeo (2,3 millones).

En cuanto a la población extracomunitaria inmigrante procedente de África (1,2 millones), en su mayoría procede de Marruecos (cerca de 900 000).

El resto de extracomunitarios procede de países de América del Sur (1,2 millones), donde históricamente España ha mantenido lazos geopolíticos y económicos.

Todo ello ha dado lugar a una realidad multicultural que se plasma entre otras cosas en matrimonios interculturales. Según el Anuario Estadístico de Extranjería, el 15 % de los matrimonios españoles son interculturales.

La interculturalidad se expresa también en el deporte
En una sociedad cada vez más intercultural es normal que haya individuos racial y culturalmente diversos también en el ámbito del deporte. El caso de Ana Peleteiro, nacida en Ribeira (Galicia); de Nico Williams, nacido en Pamplona (Navarra), y de Lamine Yamal, nacido en Esplugas de Llobregat (Cataluña), es el resultado de esta realidad intercultural de nuestro país y del mundo global en que vivimos.

Aunque es un hecho tangible que cada vez hay más deportistas de origen intercultural en el deporte español, hasta ahora era algo inadvertido. Según la última Encuesta de Hábitos Deportivos en España, realizada por el CIS en 2024, el 7,5 % de quienes practican deporte tienen una nacionalidad diferente a la española, el 3,8 % tienen doble nacionalidad y el 88,7 % tienen solo nacionalidad española. Por lo tanto, de ese 11 % que practica deporte y tiene doble nacionalidad o solo extranjera habrá un porcentaje de deportistas que alcance un alto nivel.

Racismo e ideología van de la mano en el deporte
El racismo y la xenofobia han experimentado un crecimiento vertiginoso en España a partir de la emergencia de partidos políticos de extrema derecha, que utiliza los discursos de odio contra el otro y el extranjero como eslogan de partido y como propuesta política a erradicar, y ello acaba recalando en el deporte.

Los datos de la Comisión Estatal contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte muestran que hasta la temporada 2018-2019 las propuestas de sanción por actos racistas y xenófobos eran irrelevantes en los estadios de fútbol. Sin embargo, durante la temporada 2021-2022 se incrementaron un 933 %, coincidiendo con la efervescencia de los partidos políticos de extrema derecha.

Las encuestas de hábitos deportivos que se realizan en nuestro país también sitúan la realidad del racismo y la xenofobia. La IV Encuesta de Hábitos Deportivos en España, realizada por el CIS en 2010, consultaba a los ciudadanos españoles si “solo deberían competir representando a España deportistas que han nacido en nuestro país o si les parecía bien que lo hicieran deportistas de origen extranjero que hubieran adquirido la nacionalidad española”, mostrando entonces que 7 de cada 10 personas encuestadas se identificaban con la idea de que también lo hicieran los deportistas de origen extranjero.

La misma pregunta se incorporó una década después en la Encuesta de Hábitos Deportivos en Andalucía, realizada en 2021 por el Centro de Estudios Andaluces (CENTRA), desprendiéndose una menor prelación social a la idea de que también los deportistas de origen extranjero que hubieran adquirido la nacionalidad española representaran a nuestro país: apenas 5 de cada 10 personas.

Si cruzamos estas respuestas con la ideología de los encuestados, se comprueba que aquellas personas que se autoubican en la izquierda y extrema izquierda representan al grueso de quienes se muestran favorables a la integración de deportistas extranjeros en las selecciones españolas (el 74 % en el caso de la encuesta del CIS de 2010 y el 61 % en el caso de la encuesta del CENTRA de 2021); si bien se aprecia que esa postura favorable se estrecha en la última década.

Por el contrario, quienes más rechazo manifiestan ante esta integración se autositúan mayoritariamente en la derecha y extrema derecha (el 42 % en el caso de la encuesta del CIS de 2010 y el 47 % en el caso la encuesta del CENTRA de 2021), aumentando 5 puntos en los últimos diez años.

Como Jesse Owens, Lamine Yamal y Nico Willians están demostrando que el valor y las capacidades deportivas nada tienen que ver con las “razas”, y que el racismo no es más que un comportamiento ideológico preconcebido que califica y discrimina a las personas por su color de piel. Y lo hacen en una selección española de fútbol que quizá hoy dibuja más que nunca antes la diversidad cultural que caracteriza a la sociedad española de nuestro tiempo.

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation por David Moscoso Sánchez, catedrático de Sociología de la Universidad de Córdoba.

Visto 1240 veces